Las raíces de la rabia en el Rif
En las
manifestaciones de Alhucemas (56.000 habitantes) no suele verse una
sola bandera de Marruecos. Sin embargo, abundan los símbolos amazigs.
Los jóvenes del Rif suelen levantar los tres dedos centrales de una mano, en
referencia a los tres elementos que aúnan la cultura bereber: identidad, tierra
y lengua. También aparecen, aunque mucho menos, los emblemas de la República
del Rif (1921-1926), fundada por Abdelkrim
el Jatabi (1882-1963) tras vencer a los españoles en la batalla
de Annual (13.000 españoles muertos en apenas 15 días y varios miles
de rifeños). Viendo esas banderas, podría pensarse que no existe ningún apego
con el Estado marroquí, o que los manifestantes aspiran a la autodeterminación.
Pero ese sería un análisis muy precipitado.
Antes de seguir conviene aclarar algo. Cuando se habla del Rif se hace referencia al norte de Marruecos. Pero la delimitación exacta no existe, ya que el Rif no está reconocido como entidad administrativa. Existe, eso sí, la región de Tánger, Tetuán, Alhucemas. Hasta hace dos años la capital de la región era esta última. Ahora es Tánger.
La palabra separatista es un
insulto para muchos rifeños. La mayor manifestación que los habitantes de
Alhucemas recuerdan en la ciudad se produjo el pasado 18 de mayo, después de
que el Gobierno de coalición, formado por seis partidos, difundiera un comunicado
en el que acusaba a los líderes de la protesta de actuar bajo intereses
“separatistas”. En aquella manifestación, el lema fue: No sois un
Gobierno, sois una mafia, en alusión a la frase que Abdelkrim pronunció
desde su exilio en Egipto: “¿Sois un Gobierno o una mafia?”.
Antes de seguir conviene aclarar algo. Cuando se habla del Rif se hace referencia al norte de Marruecos. Pero la delimitación exacta no existe, ya que el Rif no está reconocido como entidad administrativa. Existe, eso sí, la región de Tánger, Tetuán, Alhucemas. Hasta hace dos años la capital de la región era esta última. Ahora es Tánger.
“El desplazamiento de la capital
administrativa ha agudizado la crisis económica de Alhucemas”, señala un
intelectual de izquierdas que prefiere ocultar su nombre. “Los funcionarios que
había aquí tenían un sueldo asegurado e incentivaban el consumo en la ciudad.
Esa gente se marchó a Tánger, a cuatro horas de Alhucemas. En Tánger se hacen
muchísimas inversiones: un puerto, el tren de alta velocidad, muchos hoteles…
Pero aquí no llega nada del dinero que se invierte en Tánger”.
Quienes critican las protestas de
Alhucemas a menudo alegan que hay otras zonas del país que son más pobres que
Marruecos. Muchos rifeños se encogen de hombros. “Allá ellos sí quieren seguir
siendo sumisos y vivir en la Edad Media”, indica un simpatizante del llamado
Movimiento Popular. Faysal Ouassar, responsable local de la Asociación Marroquí
de Derechos Humanos (AMDH), cree que la clave está en la historia del Rif. “Hay
mucha ira acumulada”.
Todo el mundo en Alhucemas tiene
ciertas fechas grabadas en la memoria. Entre 1921 y 1927 el Ejército español
empleó en el Rif gases asfixiantes prohibidos y estrenó el gas mostaza. Un ensayo
presentado en 2015 en Rabat estudiaba la terrible influencia de esos
gases, 90 años después, en las enfermedades cancerígenas de la región. La
investigación indicaba que casi el 80% de los adultos y el 50% de los niños
enfermos de cáncer atendidos hoy en día en el hospital de oncología de Rabat
proceden de la misma zona del
Rif bombardeada por la aviación española. De ahí viene una de las
peticiones que el Movimiento reclama con más insistencia: la construcción de un
hospital especializado en oncología.
El semanario marroquí Telquel resume
esta semana la historia de las represiones en el Rif en una frase: “Cada vez
que se trata de aplacar los disturbios rifeños, los españoles, franceses o los
marroquíes lo han hecho a través de guerras sucias y de una represión brutal”.
En 1958, dos años después de la
independencia de Marruecos, las provincias del Rif se sublevaron contra el
monarca Mohamed V. El entonces príncipe Mulay Hassan, padre del actual rey, se
encontraba al mando de las fuerzas armadas de Marruecos. Desde un helicóptero
dirigió la represión donde, según indica desde Francia el historiador Pierre
Vermeren, está más que probado que Hassan usó napalm (una especie de gasolina
gelatinosa). Vermeren calcula en 8.000 el número de muertos.
Convertido ya en rey, Hassan II
volvió a aplastar otra revuelta rifeña en 1984. “Aquella la iniciamos los
estudiantes de instituto”, recuerda el activista de Alhucemas Mohamed Moha.
“Pedíamos que se legalizaran los sindicatos de estudiantes en los institutos.
Yo tenía entonces 16 años. Y aún recuerdo perfectamente las tanquetas que metió
en las calles. Metieron en la cárcel a unos 500 jóvenes. Yo fui condenado a dos
años de prisión, entre 1987 y 1989. Recorrí 13 cárceles en esos dos años. Desde
entonces he soñado mucho con el futuro del Rif. Pero ni en mis mejores sueños
imaginé que el pueblo rifeño se iba a unir de forma tan masiva en una protesta
como la de ahora”.
Un compañero de militancia de
Moha, que prefiere mantener el anonimato, añade: “Nosotros le plantamos cara a
Hassan II en los años ochenta. Pero no conseguimos nada. Estos chicos del
Movimiento, sin embargo, son más inteligentes que nosotros porque piden cosas
concretas que llegan al pueblo: un hospital, una universidad. Nosotros
andábamos perdidos con causas internacionales y también en discusiones teóricas
como la Guerra Fría, la teoría del socialismo o cómo tenía que ser la relación
entre los sindicatos y los partidos. Pedíamos también la independencia de
Palestina, pero estos chavales reclaman soluciones a los problemas del día a
día”.
Hassan II nunca visitó el Rif y
condenó a la región a la pobreza más profunda. La única salida fue la
producción de hachís y la emigración. En 1999 llegó al trono su hijo, Mohamed
VI, y decidió emprender su primer viaje oficial a Alhucemas. El
monarca recibió al hijo de Abdelkrim El Jatabi, le estrechó la mano y le
dio un abrazo en señal de reconciliación nacional. Desde entonces, Mohamed VI
suele pasar unas semanas del verano en Alhucemas. En 2004 un
terremoto mató a 600 personas en esta ciudad y quedó más
expuesta, más desnuda y más vulnerable la pobreza de la región. Mohamed VI
impulsó la construcción de varias infraestructuras, pero la zona sigue aislada,
dependiendo en buena parte de los ingresos de los emigrantes que se fueron al
extranjero.
“Con las crisis en Europa se ha
cerrado esa válvula de escape que era la emigración”, indica otro intelectual
de 50 años que también pide ocultar su nombre. Quedan las remesas de los
emigrantes en Europa y la industria del hachís. “Hay decenas de miles de
hectáreas sembradas que alimentan a unas 800.000 personas”, señala el
historiador Vermeren.
El activista Mohamed Moha
explica: “El hachís ha creado una élite que siempre ha estado manipulada y
consentida por el Estado. Esa élite, que gana muchísimo dinero sin exponerse al
riesgo, vive en Europa, sobre todo en Holanda. Después está la gente de Ketama,
que es muy pobre. Allí el 90% de la población es pobre”.
Pero ni las remesas ni el hachís
permiten a la mayoría de los rifeños vivir con dignidad. Si no, no habría tanta
gente en las calles ni las huelgas generales tendrían una aceptación tan
masiva.
Seguimos con la historia de la
rabia acumulada. Entre las fechas grabadas con sangre —1926, 1958, 1984— no
podía faltar la primavera árabe de 2011. Alhucemas
puso las únicas víctimas mortales de Marruecos. Eran cinco jóvenes que
murieron calcinados la noche del 20 de febrero en un cajero automático en
circunstancias aún no aclaradas.
Y así llega el 28 de octubre de
2015, el día en el que el vendedor de pescado Mouhcine
Fikri murió triturado en un camión de basura cuando trató de impedir
que le confiscaran la mercancía ilegal. Un desempleado de 39 años, Nasser
Zafzafi, subió al estrado de la plaza central y empezó a hablar en voz alta de
lo que hasta entonces apenas se cuchicheaba en los cafés: el Gobierno títere a
las órdenes del Majzén (Palacio Real), los políticos locales
que terminaron enriqueciéndose a costa del pueblo, los abusos de las
autoridades… Zafzafi nunca destacó en los estudios y no tenía un discurso muy
estructurado. Pero conocía muy bien las lecciones de historia que el pueblo
rifeño deseaba escuchar.
Fuente: El País
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