El Rif desafía al Gobierno de Marruecos y retoma las protestas callejeras
Los rifeños fueron los primeros en prender la mecha de la llamada 'primavera marroquí' en el 2011, y seis años después han vuelto a ocupar las calles para exigir el fin de la marginación económica de su región, desafiando de paso a las élites del poder central. El catalizador fue Mohcin Fikri, un joven de 31 años, vendedor de pescado, que en octubre del 2016 murió aplastado por un camión de basura después de que su mercancía fuera confiscada por las autoridades de Alhucemas, su ciudad natal. Desde entonces, el pueblo del Rif (en el norte de Marruecos), de tradición revolucionaria desde los tiempos de Abdelkrim El Khatabi, el rebelde bereber independentista, mantiene un imparable pulso con el Estado.
Manifestantes juran lealtad a la causa rifeña |
“Fikri fue solo el pretexto, pero ya habían muchas cosas acumuladas en el pasado. Hemos decidido encadenar protestas contra la marginación social de nuestra región, y mientras nuestras demandas no sean respondidas, seguiremos ocupando la calle”, denuncia a EL PERIÓDICO Brahim Erradi, militante de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), uno de los cinco partidos que forman el nuevo Gobierno liderado por los islamistas del PJD. “Ahora que nuestro partido está en el poder, le pedimos que escuche la voz de los marroquís del norte”, añade.
DESARROLLO IGUALITARIO
Durante el congreso de la USFP celebrado este sábado en Bouznika, a unos 40 kilómetros de Rabat, Erradi y el resto de militantes socialistas rifeños han roto con el clima de júbilo entre sus dirigentes para gritar, aprovechando la presencia del secretario general, Driss Lachgar, que los rifeños “¡no son separatistas!", y que tan solo buscan el mismo desarrollo económico y social de Tánger, Rabat o Casablanca.
“El dinero de los recursos naturales (el hachís, principalmente) se invierte fuera de nuestro territorio. ¿Cómo es posible?”, denuncia un camarada de Erradi, que prefiere guardar el anonimato. Según él, las nuevas generaciones reclaman infraestructuras, la construcción de un hospital y una universidad, además de lugares de ocio que disuadan a los rifeños de emigrar a Europa. “Nuestra riqueza no solo procede de las sustancias ilegales, también tenemos un mar muy rico que explotan barcos en manos de una pequeña élite, igual que la industria maderera. Nada de esto tiene impacto en nuestra sociedad”, lamenta.
Fuente: El Periódico
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